Mario Vargas Llosa nace en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936. Ha sido uno de los más grandes escritores latinoamericanos y también se ha desempeñado en campos como la política y periodismo peruano. Se forma en Letras y Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y se desempeña como colaborar en la prensa escrita. En 1958 gana una beca para estudiar en la Universidad Complutense de Madrid, en la cual se Doctora en Filosofía y Letras.

La obra en estudio es “Los Cachorros”, una novela de corta extensión escrita en el año 1967, cuya escritura demuestra el alto calibre narrativo en las estructuras y formas que utiliza Vargas Llosa en su época madura. Comienza con la historia de cinco muchachos de pueblo, futboleros, que pertenecían a un centro educativo dirigido por religiosos. Cuentan sus juegos de niños y como en cierta ocasión fueron elegidos para jugar en campeonato de futbol. Mientras practicaban, a la hora del baño, el perro del colegio se escapó y atacó a uno de los chicos, Cuellar, en sus genitales, provocándole su castración. Las peripecias posteriores giraban en torno a la recuperación del muchacho y de su desgracia por no poder participar en el campeonato.
Su suerte fue que, al terminar su recuperación, y al volver al colegio, se convertiría en el favorito de los sacerdotes, todo por miedo a las amenazas de su padre contra el colegio. No solo eso, también sus padres lo chineaban más que antes, esto mientras poco a poco se iba acostumbrando a su nuevo apodo: pichulita. Los niños fueron creciendo, comenzaron a interesarse por las muchachas, el baile, los cigarros, el alcohol y su físico.
Se fueron haciendo de parejas, con excepción de Cuellar, quien, a pesar de su personalidad agradable, no mostraba interés en el tema de las novias. Comenzó a comportarse de formas extrañas, a aguar las fiestas y así se fue creando una mala fama en torno a él. En su primer año después del colegio, llegó Teresita, quien lo hizo retornar al Cuellar de antes, sociable, chistoso, conversador… sin embargo su situación de emasculación no le permitía avanzar con ella, ni confesarle su amor. El pueblo entero y, sobre todo, las novias de sus 4 amigos se cuestionaban por el ritmo que llevaban Cuellar y Teresita en su relación. Sus amigos lo incitaban a declarársele, sin embargo, él no se animaba. Finalmente ella llegó con Cachito, otro chico quien si se animó y a quien ella consintió.
Cuellar volvió a su vida vacilante, a Cabarets y bares, y comenzó a deprimirse, a descubrir su vida vacía, sola. No se preocupaba por sí mismo, se juntaba con menores y no trabajaba. Se hizo corredor de autos y cada vez se accidentaba de forma más grave y continua, hasta que murió en un choque. Sus compañeros tenían una vida opuesta, sus familias crecían y se llenaban de éxitos y frutos.
La novela presenta los hechos con gran velocidad, sin embargo, esto no resulta en la incomprensión de la trama. El estilo del autor resulta fascinante, pero confuso. Su forma de abarcar la narración parece tener un estilo muy libre, que no sigue las normas clásicas de escritura y que, a pesar de la omisión de algunos detalles y elementos cronológicos no citados explícitamente, generan en el lector una interesante reflexión sobre las estructuras sociales.
El texto, de lectura fluida y atractiva, hace una fuerte crítica a las sociedades latinoamericanas marcadas por el machismo, la supremacía del varón en la sociedad, el falocentrismo y el crudo cinismo desinteresado de las estructuras sociales asentadas con respecto al diferente. El libro resulta familiar para el lector latinoamericano, es una historia que bien podría haberse desarrollado en cualquiera de nuestros barrios; y los chicos que protagonizan la historia, bien podrían ser los muchachos de nuestros barrios. El contexto estereotipado a lo enseñado por las sociedades en Latinoamérica provoca que la lectura se convierta en un análisis crítico de la propia realidad del lector.
Vargas Llosa bosqueja el funcionamiento de la cultura latinoamericana, se enfoca en utilizar un vocabulario autóctono que ronda en lo folclórico y resalta las costumbres de lo que parece ser la cultura en la que él se gestó. La obra es una muestra de lo que los individuos de nuestros pueblos rurales viven, su forma de pensar, sus prioridades y estructuras. Esboza las estructuras mentales a las cuales responden los comportamientos de los ciudadanos de nuestros países. Más que una novela filosófica, se propone como una crítica social, de índole reflexiva.
El aporte filosófico de Los Cachorros se puede encajar en la forma en la que el autor desentraña la visión de hombre de los pueblos latinoamericanos. El libro, podría decirse, es un manual de antropología filosófica en Latinoamérica, sobre todo analizando las estructuras dominantes masculinas, centradas en el predominio del sexo biológico y, principalmente, en los órganos genitales. La visión del ser humano, todavía presente en zonas rurales e, incluso con trazas en el pensamiento de los ciudadanos de las grandes ciudades en nuestra región, estaba marcada por una serie de mitos que ubicaban conceptos como éxito, felicidad, plenitud y liderazgo en estratos o esquemas de hombres que respondían a lo esperado por las masas.
Un hecho como la castración se convierte en un elemento de desgracia, que desmorona cualquier posibilidad en un hombre para ejercer su función de líder social, su primacía a nivel relacional y su éxito a nivel profesional, emocional y comunitario. Vargas refleja la importancia que el elemento sexual tiene a la hora del posicionamiento cultural. El tema de demostrar la hombría es vital en la construcción de un espacio en el entramado social.
Además, la historia avanza hacia el rechazo social, que de forma implícita le realizaron y se realizó Cuellar por su condición física. El texto también critica las estructuras dominantes en la sociedad, el ideal de éxito que se plantea como un “deber ser” para los individuos. Una familia, un trabajo estable, una funcionalidad reproductiva, el amoldamiento a los valores e ideales aceptados; son todos elementos que deben poseer las personas que quieran integrarse al régimen social de Latinoamérica. La historia de Pichulita demuestra la incomprensión del diferente, elemento tan afianzado en Latinoamérica. Su historia particular lo marcó tan profundamente, que toda su vida giró en torno al acontecimiento con el perro. Sus relaciones, su comportamiento y su madurez siempre tenían como fondo el elemento de su castración y esto se reflejaba en la posición que adquirió con respecto a los demás integrantes de la comunidad. Sus amigos, posiblemente sin intención, favorecían la propia exclusión de Cuellar; ellos respondiendo al tabú en torno a la disfuncionalidad sexual, no se comprometieron de forma sincera y solidaria con la integración social y el buen desarrollo de su vida.
La novela en estudio es un reflejo de cómo el arte es una muestra del pensamiento autóctono en Latinoamérica. Bien podría el autor hacer su crítica social en un artículo académico, pero la hace a través del arte, de un cuento, de una historia. Es lo propio de Latinoamérica, el uso de los elementos narrativos para expresar ideas y sentimientos de una forma más compleja, sentida y reflexiva. Leer las novelas que se han producido en la región, es leer su pensamiento, es acercarse a la filosofía propia. A lo que los pueblos piensan y a aquello que los grandes pensadores desarrollan con respecto a los paradigmas, comportamiento y estructuras de sus sociedades.
Bibliografía:
Instituto Cervantes (2016). Mario Vargas Llosa. Biografía. Obtenido de: http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/biografias/berlin_mario_vargas_llosa.htm
Vargas, M. (2012). Los Jefes, Los Cachorros. Quito, Ecuador: Editorial Alfaguara.
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