martes, 30 de agosto de 2016

¿Es posible o no hablar de una filosofía latinoamericana?

Para el presente ensayo, se tomará como base el texto de Carlos Beorlegui, “Historia del pensamiento filosófico latinoamericano”, específicamente el primer capítulo: el problema de la identidad y autenticidad del pensamiento filosófico latinoamericano.

La pregunta fundante de la actual reflexión cuestiona la existencia de un pensamiento filosófico propio en America Latina. La amplia región en estudio ha experimentado una ajetreada historia que ha ido configurando lo que es actualmente. Sin embargo, surge la inquietud de si a lo largo de todo el desarrollo que ha sufrido, independientemente de si los acontecimiento históricos fueron propicios o no, se ha formado una verdadera filosofía propia de las culturas latinoamericanas.

La pregunta tiene sentido, sobre todo al analizar que el devenir histórico de Latinoamérica ha estado marcado por una incesante lucha por la libertad. Siempre han existido imperios que buscaban tener el control de la región y esto ocasionó que la historia de la zona, estuviera determinada por las experiencias provenientes de las culturas colonizadoras. Cualquiera podría pensar que desde la conquista, la filosofía latinoamericana no es más que los rezagos que llegaron desde las producciones filosóficas en Europa y posteriormente con la producción académica estadounidense.

El reto está, primeramente, en entender el verdadero oficio de la filosofía, con el fin de extrapolarlo de la filosofía sistemática europea y lograr dilucidar si se podría aplicar a las formas de pensar que indudablemente han existido en Latinoamérica.

La filosofía es la disciplina del saber que se plantea los cuestionamientos más profundos sobre la realidad existente y del fundamento que la explica. La filosofía es la focalización del ser humano en las preguntas fundamentales de la existencia. Estas preguntas, que el hombre se hace de forma natural, surgen como reacción al desafío que el ser de las cosas presenta a la capacidad abstractiva en la inteligencia humana. Al respecto, Josef Estermann afirma en su libro “Curso Integral de Filosofía desde America Latina” lo siguiente:

“Como la Filosofía es una expresión humana podemos afirmar que en el fondo cada ser humano por sí mismo también es filósofo. La Filosofía en este sentido universal no es una actividad exclusiva de algunos especialistas que llamamos 'filósofos', sino más bien es una característica de todas las edades, culturas y tiempos. El hombre es -en la definición de Aristóteles- un “zoón noéticon”, es decir: un ser vivo que piensa”. (Estermann, 2002. p16)

En este sentido, la filosofía se da en cualquier contexto en el que el ser humano se pregunte e intente responder a los interrogantes más profundos sobre su existencia y la del mundo que lo rodea. Entonces, no se podría decir que la filosofía es una disciplina monopolizada únicamente por una cultura específica. No solamente en Europa se desarrolló un pensamiento que tratara de dar respuesta al ser de las cosas. Toda cultura, desde las antiguas civilizaciones asiáticas, hasta los aborígenes precolombinos de América Latina, han desarrollado un pensamiento que fundamentaba su construcción social cotidiana.

Bajo este presupuesto, no existe una única filosofía, sino que esta es un elemento común a cualquier organización social. Ahí donde hay pensamiento sobre las verdades fundamentales, hay pensamiento filosófico.

El pensar requiere de un contexto específico que circunscriba el pensamiento de los autores que crean una determinada filosofía. Es decir, que las diversas situaciones políticas, económicas, sociales y culturales, crean diversos modos de pensar que se reflejan en las formas en un pueblo aborda lo fundamental. Cada cultura responde desde su propia historia y contexto actual a las preguntas de ultimidad. Latinoamérica surge como un espacio cultural con características muy propias y diversas al occidente europeo, por lo tanto refleja un modo de pensar que, aunque sí determinado por la filosofía del viejo mundo, posee una connotación propia y diferenciada.

Fruto de la sistematización que la academia europea hizo del pensamiento filosófico, es que se creó el paradigma en el cual eran los únicos poseedores de la filosofía. Se dio no solamente una colonización de corte social y política, sino también una conquista del pensamiento filosófico y científico. El desarrollo del pensamiento que las poblaciones originarias habían desarrollado, fue suprimido para dar espacio únicamente al pensamiento proveniente de la cultura europea. Esto influyó de sobre manera en la forma en la que la filosofía se venía cultivando en la región.
Existe una filosofía latinoamericana, porque existe un pensamiento con respecto a las preguntas ulteriores determinado por la historia y actualidad de los pueblos latinoamericanos; pero ¿qué características ha tenido la filosofía latinoamericana?. El punto de partida en cuanto a lo que caracteriza la filosofía en América latina es la historia que ha tenido la región.

Hay una indudable influencia, que constituye el punto de partida, por parte del pensamiento precolombino. Son los pueblos originarios, quienes vivieron en primera instancia en la zona, los que cimentaron las bases de la forma en Latinoamérica piensa. Sin embargo existe mucha dificultad para estudiar estas formas de pensar debido a la escasez de registros que ofrezcan evidencias. La cultura Náhuatl es un oasis en medio de la falta de información, porque se han encontrado registros que fundamentan el estudio del pensamiento propio de este pueblo indígena.

Desde el momento de la conquista, y durante un largo periodo, la identidad latinoamericana ha estado marcado por la dependencia a otras fuerzas políticas y culturales que en muchos casos impusieron su identidad sobre los pueblos originarios. La colonización española sobre la mayor parte del nuevo mundo, desencadenó un abandono del pensamiento precolombino, debido a la imposición cultural de los conquistadores.
Las antiguas tradiciones y formas de pensar fueron consideradas salvajes y se hicieron grandes esfuerzos por “civilizar” los pobladores indígenas.
A la hora de entender correctamente lo sucedido en la época, es de vital importancia entender que “la conquista de América no fue sólo mediante la fuerza y el uso de las armas, fue necesaria también una imposición ideológica, o una exterminación (aislamiento) de las formas de concebir el mundo locales”. (Jiménez, Márquez & Haro, p 3)

A pesar de esto, destacan pensamientos como el de ciertos misioneros, que resguardaron, al menos por escrito, las tradiciones locales; y en algunos casos esporádicos, intentaron adaptar el evangelio a las costumbres propias del lugar. Sin embargo esto no fue el común denominador, más bien el proceso fue el contrario: se impuso la cultura europea a costas de la autóctona.

De frente a esto, existen posturas críticas a la conquista, que lamentan la perdida cultural y adjudican gran culpa en los colonos españoles, sin embargo es mejor aceptar la historia que ya existe y que, a fin de cuentas, es la ha constituido las sociedades actuales en Latinoamérica. El ser del latinoamericano contemporáneo es un ser mestizo que conjuga gran variedad de tradiciones culturales y que se alimenta de cada uno de los hechos que han ocurrido en su historia.

La historia de la región ha estado marcada por la dominación por parte de imperios ajenos que la han esclavizado. De ahí que algunos autores como Dussel afirmen que la auténtica filosofía latinoamericana surge de la filosofía de la liberación; porque este pensamiento le permite a los pueblos latinoamericanos una filosofía propia, diferenciada. La filosofía de la liberación no es la única corriente filosófica de talante propiamente latinoamericano, sin embargo se posiciona como una de las principales líneas de pensamiento que ha caracteriza a la región; sobre todo durante las épocas contemporáneas de la segunda mitad del siglo XX. Según Guillermo Hurtado, “para que nuestra filosofía sea auténtica, no sólo debe reflexionar pasivamente acerca de las condiciones de opresión e injusticia que nos imponen desde afuera las potencias coloniales y desde adentro las clases dominantes, sino que debe ser un instrumento más para alcanzar dicha liberación”. (Hurtado, p 368)

Todos estos elementos históricos son los que han moldeado la forma en la que los pueblos en estudio piensan y afrontan las realidades ulteriores. Si bien, actualmente el pensamiento se ve influenciado por las fuerzas globalizadas y por el desarrollo tecnológico, esto no implica que Latinoamérica tenga una idiosincrasia cultural que caracterice su pensamiento. La filosofía latinoamericana conjuga lo autóctono con lo heredado por el pensamiento occidental europeo, afronta con pasión el tema de la libertad, integra el pensamiento religioso y axiológico propio de los pueblos cristianos, se ha visto influenciada por el positivismo de finales del siglo XIX y sobre todo, responde a la búsqueda de independencia y soberanía que los habitantes han construido durante tanto tiempo.

En el devenir de todos estos acontecimientos han surgido figuras ilustres que se han propuesto como modelos determinantes en lo referente a la construcción del pensamiento filosófico latinoamericano. Beorlegui menciona de una forma esquemática y ordenada, al final del capítulo, las principales escuelas y movimientos filosóficos que han delimitado la filosofía propia; entre los cuales destacan autores como Alberdi y Sarmiento al inicio de las emancipaciones de las coronas europeas; Rodó al inició del siglo XX con las diferentes revoluciones e independencias; Ramos, F. Romero, Gaos y Bacca como exiliados españoles; Zea, Salazar, Dussel, entre otros autores. (Beorlegui, 2004. pp74-76)

A pesar de todo lo anterior, es difícil vislumbrar una filosofía sistemática de la misma forma en la que han surgido las filosofías en Europa, pero esto se presenta como un error en sí mismo. Las formas de pensar en América Latina no tienen por qué estructurarse y desarrollarse de la misma forma en la que se dan en Europa. No se puede pretender que siendo dos filosofías desarrolladas en contextos muy diversos entre sí, se estructuren de una misma forma y se esquematicen según modelos similares. La influencia europea en la academia latinoamericana es innegable, pero Latinoamérica expresa su pensamiento ulterior de formas diferentes.



Bibliografía

      Beorlegui, D. (2004). Historia del Pensamiento Filosófico Latinoamericano. Bilbao: Universidad de Deusto.

      Estermann, J. (2002). Curso Integral de Filosofía desde América Latina. Quito: Abya-Yala.

      Hurtado, G. Balance y Perspectivas de la Filosofía Latinoamericana. México D.F.: UNAM.

      Jiménez, J.; Márquez, A. & Haro, I. Institución del pensamiento europeo hegemónico en América Latina

lunes, 22 de agosto de 2016

El presente blog forma parte del curso: Filosofía latinoamericana, del Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles en San José, Costa Rica. Surge con la inquietud de compartir los conocimientos adquiridos a lo largo de las clases del curso.
El conocimiento del pensamiento desarrollado en nuestra región latinoamericana es un ejercicio que fortalece el entendimiento de la realidad que nos circunda. La filosofía que fundamenta estas sociedades, manifestada comúnmente en las expresiones artísticas y culturales autóctonas, es fruto de un desarrollo histórico complejo, marcado por la lucha que los propios pueblos han hecho en pos de la emancipación desde los grandes imperios que han dominado la zona (desde los imperios europeos en la conquista, EEUU en épocas posteriores, y hasta las grandes transnacionales que manejan la economía en la actualidad).
Influenciado por el pensamiento europeo, pero diferenciado de este, el pensamiento en Latinoamérica ha surgido de forma menos sistematizada. Aún así, no caben posturas que nieguen su existencia, porque no cabría imaginar una sociedad que carezca de una estructura mental determinada.